La verdad es como una manta que siempre te deja los pies frios, la estiras, la extiendes pero nunca es suficiente. La sacudes, le das patadas pero desde que llegamos llorando hasta que nos vamos muriendo, solo nos cubre la cara mientras gemimos, lloramos y gritamos.

El club de los poetas muertos

jueves, 30 de agosto de 2012

Un deseo...


Mi cabeza no ha estado muy clara estos ultimos días.
Supongo que por eso los girasoles me hicieron pensar en cabezas. Me gustaría que la mía estuviera tan clara como lo son ellos. En el tren venía pensando si habría un modo de clarificar y dar un nuevo brillo a la cabeza. O cortarla, aunque esto podría ser un poco violento. O desprenderla y llevarla a algún hospital universitario como si se tratara de un atado para la lavandería: "Les traigo esto"- diría. Y el resto del cuerpo se mantendría dormido durante tres o cuatro días, o incluso durante una semana, mientras el hospital se ocupa diligentemente de limpiarla y se hace cargo de los desechos. Y uno sin insomnio ni sueños. 

Yasunari Kawabata (El rumor de la montaña)

miércoles, 9 de mayo de 2012

Los sonidos del silencio

De todas las ondas sonoras percibidas por mi cerebro, ninguna podía hacer más daño que la onda de tu silencio. Nadie hubiese dicho que el aire no estuviese vacío en ese momento porque parecía que los demás sonidos apenas se propagasen, parecía que quedasen atascados en la atmosfera, reproduciéndose en forma de eco pausado y profundo. El ambiente era denso y sofocante, saturado de trapos sucios, de roces, enfrentamientos reprimidos y en su magnitud, de palabras hirientes. Palabras mudas que flotaban, despedidas por la caída de tus parpados muertos de decepción. Yo deseaba abrir las ventanas y lanzar los reproches contra el asfalto y dejar entrar esa brisa fresca que me regalase el don de las segundas oportunidades. Pero mis manos no podían abrir persianas pintadas de inmadurez y orgullo. Puro inmadurez y orgullo. Así era yo.  

Sabía que dentro de ti te debatías por formular o no las primeras palabras que desatarían la discusión, una discusión que yo no quería escuchar. Palabras que abrirían la caja de Pandora que yo hubiese querido tirar al fondo del mar. 

Dentro de mí empezaba a brotar una corriente de rabia que intentaba controlar evitando tus miradas. Apretaba los puños, me clavaba las uñas en las palmas de las manos, me mordía los labios, pero el silencio reventó en desatada cólera, incongruencias y gesticulación demasiado alterada. Era uno de esos momentos en los que ahogamos la razón, en los que pasamos de pensar en qué decir a decir sin pensar.

En definitiva, nuestro autocontrol tiene un límite y más allá no existen las palabras ni los hechos que nos hagan orgullecer más tarde. 

Así era yo y así me fui. Inauguré nuestro perpetuo silencio con un portazo, dejando tras de mí una estela de odio y lágrimas en sudor. Solo me llevé el peso de la culpa que acarreo y el recuerdo de que alguna vez fui capaz de decirte: Te quiero. 

lunes, 9 de abril de 2012

L'ocupant

Hi era asseguda de cara a la finestra, envoltada en una manta de llana color crema. La seva mirada es fonia entre els nuvolots negres que lluitaven contra les corrents d’aire. Les primeres gotes de pluja xocaven contra el vidre i es deixaven morir rere un regalim d’aigua. Només eren dies anònims que s’esfumaven ràpid, ràpid com la flor es marceix i deixa gravades petites arrels al voltant de la comissura dels seus llavis.

El soroll de la pluja la va despertar. S’acomodà a la butaca encara mig confusa per la migdiada. Alçà el cap i li donà un cop d’ull a l’habitació. Era de color blanca, molt il·luminada i ample. Al seu costat hi havia tota una filera de seients on també hi descansaven més persones. Les infermeres al seu costat, al veure que s’avia despertat, esperaven la seva resposta. Però res, no va fer res. Cap crit, cap pregunta, cap moviment violent... Residia allà amb la mirada perduda entre un estat mig conscient. Amb el dit es resseguia el rostre, suament, records difosos li venien a la ment com un parpelleig de llum clara que li deixaven albirar trossets d’una identitat que desconeixia. Imatges com la del seu nadó que prematur havia mort al néixer, com la dels rajos del sol tocant les margarides del pati d’una casa, que ja era venuda o com la d’un dia gris de sepulcre i olor a xiprer, que havia sigut el comiat trist d’una vida compartida. Paràgrafs d’una autobiografia desordenada que se li presentaven tan reveladors com dolorosos alhora.

-Pots recordar alguna cosa Maria? -. Li preguntà una de les infermeres.

Es limità a assentir amb el cap sense deixar de mirar per la finestra, amb aquella passivitat típica dels qui coneixen que el futur no els pertany. Es va abraçar a si mateixa i va començar a recordar, recordar amb ànsia, amb feresa esbossos d’una existència que dia a dia era esborrada per l’urpa de l’alzheimer. En aquell moment de lucidesa els seus ulls petrificats, en el mediocre present miraven efímeres escenes que li nodrien el iris castany. Aquella sensació aferrada a la retina era il·lusió, era engany, un bonic engany atrapat en fúnebre pupil·la que cansat, anunciava ja la seva mort en vençut llagrimall que brollava a la gota jacent. La llàgrima latent que amb esglai només li quedava recordar davant l’amenaça de l’oblit, perquè després de tot era l’ocupant, aquella acumulació de temps que es resistia a deixar un buit en l’espai.

lunes, 12 de marzo de 2012

Nada

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. El peluche reposaba sobre la estantería, diría que justo en la misma posición que cuando lo dejó años atrás. Como si el día anterior fuese el mismo día en que se independizó, cada objeto residía en su lugar. Y de hecho, parecía que no hubiese pasado el tiempo, que esos dos años hubiesen desaparecido de un plumazo y que los recuerdos solo fuesen un sueño difuso que le habían dejado la boca pastosa y un sabor amargo, un hueco en el estomago y los ojos hinchados. Se dio cuenta de que no podía evocar el pasado sin que la imagen de su rostro le viniese a la mente, entonces se preguntó si él tuvo la culpa, si la tuvo ella o los dos. Se preguntó qué fue lo que hizo mal. Habría querido poder insultarle, poder encontrar dentro de él una pizca de ira para decirle a la cara lo cruel que había sido. Pero no sentía nada, no sentía rabia ni despecho, solo apatía. Como si los engranajes de su cuerpo se hubiesen oxidado. Parecía que todas las cosas por las que antes desvivía habían dejado de tener sentido y su mero recuerdo se clavaba en sus sienes como pequeñas agujas. Era consciente de que dentro de poco tendría que ponerse en contacto con ella para repartir todos los muebles del piso. Solo de pensarlo le entraban arcadas, pero tenía que hacerlo. Pensaba en todas las cosas que ya no quería como el reloj o la sudadera que le regaló. Tampoco quería la televisión pequeña del dormitorio ni los álbumes de fotos. No quería sus libros, su pasta a la carbonara, sus canciones, su perfume ni el dentífrico que siempre se gastaba. No quería la casa con jardín soñada, el fin de semana en la montaña ni los ladridos del pastor alemán que siempre quisieron adoptar. No quería las cosquillas en el sofá, la película de los domingos, las peleas por la manta, los paseos por la playa y mucho menos las caricias en el cuello. No quería todas aquellas cosas que compartieron ni los castillos de arena que construyeron. Ya no quería nada, porque todo aquello ya no era nada. Tan efímero como las palabras, las promesas o los besos. Esa nada que le abrumaba y no le dejaba dormir. Ese hueco en el estomago de las cosas que quisieron y dejaron de existir.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Un comienzo

Abre los ojos. El fogonazo de luz irrumpe en su ceguera: es tan blanco y tan intenso que no puede más que entornarlos. El vacío rodea su débil cuerpecito, arremete el frío y los ecos retumban en sus oídos. Novedad, desconcierto, angustia, pánico. La humedad cala en su fina piel y el vértigo cada vez es más intenso.

No respira-. Sonidos confusos lo golpean.

Manos calientes lo palpan. Nuevas texturas y sensaciones llegan como oleada de estímulos. Le sacuden. Otra vez. –Venga vamos -.

Es esa trémula voz tan conocida, pero más nítida que nunca, la que hace que le recorra un profundo escalofrío. Ese cálido murmullo, que por favor se repita otra como tantas veces. Lo desea, lo ansía ¡Lo exige! El llanto inunda la sala. En ese momento el aire penetra en sus pulmones de golpe, el pecho lo oprime, se revoluciona. Una risa sofocada lo sigue terminando en sollozo; es algo más grave, algo más maduro pero sin ápice de pena. Le permiten posarse sobre otro cuerpo y, aunque en ese momento desconoce de quién se trata, lo siente, reconoce esa forma tan confortable tras nueve meses, siete días y catorce horas de dulce balanceo y arropo. Así, sin más, es arrojado al mundo con tormentosa entrada por un tobogán claustrofóbico, sin manual de instrucciones, sin avisar, sin más opciones ni capacidad de elección. Así, saliendo desde el punto de partida, nace, existe, parpadea.

Y.T.R

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lo que mira y remira el mirado, al que mira y remira la mar, por si aún no te has enterado...

ESTO NO VA DE MIRAR
...

Visión que persigue los haces de luz
que se filtran por la rendija de la persiana.
Mirada perdida, algo desgastada.
No és mas que mirada creada por ojos inertes,
ojos petrificados que en el mediocre presente
miran efímeras escenas que nutren el iris castaño.
La sensacion aferrada a la retina, és ilusión, és engaño.
Bonito engaño atrapado en fúnebre pupila
que cansado anuncia ya su muerte
en vencido lagrimal, que brota a la gota yacente.
¡Qué preciosa corriente! qué estorba a las pestañas,
y muda, despierta la desgarrada entraña
que ahoga gemido y resignada calla.


Y.T.R

jueves, 1 de septiembre de 2011

Ensayo, la energia nuclear.

Yo no puedo decir cuál es la posición ideológica que ha de tomar una persona en cuanto a la energía nuclear. Este trabajo trata de si la energía nuclear puede considerarse un método de obtener energía dentro de los parámetros establecidos por la ética o no. No puedo afirmar con seguridad si se puede considerar dentro de esta rama de la filosofía, ya que esta se trata de una ciencia intangible y difícil de demostrar. El método de la ética se basa en la observación y la evaluación. Pero la observación varía según los ojos por los cuales se mire, por lo tanto en este trabajo no daré una respuesta determinada en cuanto a esta pregunta, que se pueda aplicar a todo ser humano, si no que daré mi conclusión, la respuesta de lo que ven mis ojos, igual que los demás deberían de llegar a una conclusión propia a través de los suyos. He expuesto unas cuantas características que abarcarían este tema para que a partir de aquí vosotros decidáis cual es vuestra postura.

La ética, dicese de Valors morals que permeten a la persona adoptar decisions i determinar un comportament apropiat, aquests valors han d'estar basats en el que és correcte, la qual cosa pot anar més enllà del que és legal. Representa el procés que avalua la qualitat del control intern en el temps i permet al sistema reaccionar en forma dinàmica, canviant quan les circumstàncies així ho requereixin. S'orienta a la identificació de controls febles, insuficients o innecessaris i, promou el seu reforçament”

Opino que la energía nuclear es necesaria. Es necesaria porque nuestra sociedad es insaciable. Porque nuestra necesidad consumista crece sin control, vivimos, respiramos de ello. Si queremos seguir llevando este tipo de vida, avariciosa e individualista, adelante. Necesitamos la energía nuclear, porque sin ella no podríamos abarcar el consumo energético i actualmente las energías renovables no bastan para substituirlo. ¿Y en un futuro? ¿Y en un futuro podrían las energías renovables sustituir a la energía nuclear? La utilización de una energía u otra depende del dinero que se haya puesto encima de la mesa para financiarla. La energía nuclear, es fácil, es eficiente, la tenemos a nuestro alcance. Las energías renovables pese a tener un menor impacto, más fácil construcción, mantenimiento y una seguridad mayor no tiene la misma eficiencia que la energía nuclear. Eficiencia, igual a beneficios, igual a poder. El mundo se mueve por dinero, aquí y ahora. Los ricachones del capitalismo se han adjudicado el cargo de Dios y cuales marionetas, nosotros nos movemos a su antojo. Ahora, ¿Hasta donde está dispuesto a llegar el borrego, quiero decir el hombre, para seguir este estilo de vida? ¿Es necesario tener dos ordenadores en casa, tres televisores, un secador de pelo? ¿Nos es necesario para vivir? ¿Cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar por ello? No nos engañemos, no seré hipócrita, yo los tengo en casa y apuesto a que vosotros también. Es nuestra naturaleza, aunque nos llamemos adultos seguimos siendo unos críos, seguimos queriéndolo todo. De esta manera, ni vosotros ni yo vamos a renunciar a lo que tenemos porque nos sería imposible y si pretendiésemos cambiar no haríamos más que engañaros. Ahora tampoco caigamos en la apatía, no nos dejemos llevar por la corriente. Deberíamos poder cubrir nuestra necesidad energética pero quizás esta no sea la solución porque desde mi punto de vista ponemos demasiadas cosas en riesgo. Dos cosas a mencionar, la seguridad y el terrorismo, que diría que son las cosas más preocupantes de esta energía. Ésta es una energía inestable. Podemos controlar la seguridad de la central, la refrigeración de los reactores, su accesibilidad, pero no a la tierra, ni siquiera al mismo hombre. En cuanto a la tierra me refiero a los desastres naturales. Como la central de Fukushima, en la que se ha producido una fuga por un terremoto y a otros factores más que podrían producirse sin tener nosotros ningún poder sobre ellos.

En cuanto al hombre me refiero a su falta de madurez para utilizar la energía nuclear para la fabricación de armas de destrucción masiva. Somos el peor ser vivo que ha pisado jamás la tierra, nos da morbo destruir y no hay ley que pare ese instinto básico en el momento adecuado.

No somos conscientes del regalo que le vamos a dejar a nuestros nietos, porque ya no estaremos para verlo y mientras nosotros no seamos afectados directamente, esto no merecerá un ápice de nuestra preocupación. Y con esto me refiero a los residuos nucleares y a los 300.000 años de radioactividad que deja la explosión de una central nuclear y todas las consecuencias ambientales y saludables que traen estas.

A partir de aquí que cada cual piense y haga según crea conveniente.